En una pareja influyen muchos factores en su desarrollo y estabilidad. Es cierto que tan importante es que esos factores se den como que se perciba que se están dando.

Los pilares básicos sobre los que se sustenta cualquier relación de pareja (tanto en relaciones más tradicionales, como en relaciones reconstituidas, del mismo sexo,…) es que existan igualdad de trato, reciprocidad, unas expectativas realistas, buena comunicación e intercambios positivos (junto con la menor incidencia de intercambios negativos) y una sexualidad fluida.

La igualdad de trato y reciprocidad.

Es muy importante que ambos miembros de la pareja perciban equidad en la convivencia, tanto en el reparto de las tareas que se realizan en el hogar, en la importancia percibida de cada uno por parte del otro, en el cuidado de los hijos, … así como también en los refuerzos positivos intercambiados por ambos miembros ya que de lo contrario una de las partes puede entender que en la relación existe un desequilibrio, que a su vez, pude provocar insatisfacción y abrir, así, una brecha que lleve a explorar alternativas fuera de la relación.

Dicho de otra forma, el comportamiento de cada una de las partes siempre provoca una reacción en la otra parte; si la relación se percibe como igual para las dos partes, podemos decir que la relación está en equilibrio, si por el contrario sólo una de las partes aporta trabajo en las tareas domésticas, en el cuidado de los hijos, en los afectos,… esta relación está descompensada.

Por lo tanto, es de imperiosa importancia equilibrar tanto lo que cada miembro de la pareja aporta como su percepción, es decir, muchas veces sesgamos la realidad a nuestro favor, por lo que contrastar lo que creemos que hacemos con datos objetivos sería la mejor forma de objetivar lo que cada uno realmente hace a este nivel.

La comunicación.

Necesitamos revisar el lenguaje usado, el tono del mismo y las muestras de cariño (verbales y no verbales). Es recomendable usar un lenguaje afectivo, suavizando el tono y sin elevar el volumen de nuestra voz puesto que estas estrategias fomentan la buena comunicación y evitan que los demás se pongan “a la defensiva”.

Aquí cobra especial relevancia las actitudes coercitivas, que son los comportamientos negativos o discusiones en los que se enganchan a veces las parejas y en los que, habitualmente, siempre cede la misma parte. Por ello se hace necesario aprender a negociar, esto es, en cualquier relación ambas partes deben aprender a tolerar y a ceder cuando se hace necesario.

La intolerancia y la rigidez de opiniones son malos compañeros de viaje para cualquier pareja.

Los intercambios afectivos.

Es relevante para la pareja que ambos miembros se refuercen con muestras frecuentes de afecto. Por afecto se entienden comportamientos como por ejemplo, una comunicación cariñosa y empática, escuchar con interés lo que la otra parte tiene que contarnos, expresar adecuadamente nuestras emociones, nuestros miedos, nuestras alegrías, el mantener y disfrutar de momentos de intimidad y sexualidad placenteros,…

La ausencia de intercambios afectivos o su inadecuada expresión, como es lógico, produce falta de aceptación y en general desinterés en la relación, por lo que es otro pilar fundamental que debemos cuidar en la relación.

Las expectativas de lo que debe ser la relación.

Nuestros esquemas mentales forman creencias sobre cómo debe ser una relación. Estas creencias sesgan lo que percibimos del otro, es decir, aquello en lo que nos fijamos de su comportamiento. A su vez a partir de lo que creemos así esperamos que sea y todo lo que se aparte de ese camino nos va a resultar negativo, por lo que es muy importante observar qué creencias y expectativas que puedan ser inadecuadas guardamos en nuestra mente y que puedan resultar nocivas para la relación.

Las creencias machistas son un claro ejemplo de lo que aquí expongo: “La mujer debe ser más afectuosa que el hombre” y si esto no es así algo falla en ella y no en mi creer ni en mi pensar.

 La sexualidad.

La sexualidad en la pareja, como el resto de los factores, ha evolucionado  en las últimas décadas pero aún hoy en día se observa que es un tema de “difícil abordaje”, quizás, debido a una evidente falta de educación sexual en nuestra infancia y adolescencia.

Con todo, el sexo es una necesidad básica en los seres humanos y un elemento importante tanto en la satisfacción personal como para la pareja.

La sexualidad en la pareja ha experimentado cambios relativos a los intereses y conductas sexuales, eliminando en parte las limitaciones y posturas rígidas más comunes en el pasado; aunque también es cierto que en nuestra sociedad, se está primando el factor “ejecución” en lugar de la calidad o la satisfacción personal.

 

Estos factores, junto con algunos otros, podemos decir que son la base de la pareja y una vez ha pasado la fase del amor romántico, es decir, cuando los procesos neuroquímicos del enamoramiento se han estabilizado hasta volver a valores “normales”, todos y todas debemos entender que nos debemos esforzar para que la relación evolucione con nosotros. No debemos ser agentes pasivos en la pareja y cuidarla con esmero, puesto que si no lo hacemos los desequilibrios no tardan en llegar; cuando éstos aparecen la terapia de pareja es una buena solución para reestablecer una relación fluida y para hacer conscientes procesos automáticos que hacen que la relación no avance con nosotros.

Bibliografía

  • Terapia cognitiva con parejas. Frank M. Datillio. Desclée de Brouwer.
  • Intervención psicológica en terapia de pareja. Evaluación y tratamiento. Francisco Javier Labrador. Pirámide.
  • Manual de terapia de pareja. Robert P.Liberman. Desclée de Brouwer.
  • Parejas positivas. Loizaga. La Revue du Redif.