El psicólogo Aaron Temkin Beck trabajaba en 1956 como clínico e investigador. Durante su investigación encontró que los pacientes depresivos seleccionaban sesgadamente sus problemas etiquetándolos como “muy negativos”. A partir de este hallazgo postula que los seres humanos categorizamos la información de nuestro entorno y respondemos posteriormente a ella en función de nuestros esquemas mentales.

En su modelo cognitivo, Beck, afirma que en los trastornos emocionales, se aplican una serie de distorsiones o sesgos negativos coherentes con nuestros esquemas mentales negativos para facilitar el procesamiento de la información.

Por lo tanto, son estos esquemas mentales negativos, formados, probablemente, durante la infancia a través de experiencias vitales negativas, los que nos predisponen, o nos hacen vulnerables a padecer problemáticas de este tipo. Estos esquemas nos hacen vulnerables, sí, pero no son suficientes para que una persona desarrolle una depresión, además es necesario que el ambiente que nos rodea produzca situaciones adversas que los activen, que los pongan en marcha por así decirlo. Cuando éstas aparecen, hacen aparecer las distorsiones cognitivas.

En este esquema se trata de forma gráfica lo anteriormente mentado.

distorsiones cognitivas

Por lo tanto, podemos definir las distorsiones cognitivas como errores en el procesamiento de la información que las personas depresivas cometen a consecuencia de esquemas cognitivos previamente formados.

¿Cuáles son estas distorsiones cognitivas?

  1. Inferencia arbitraria. Consiste en llegar a una conclusión sin evidencia que la apoye. Por ejemplo, observo a una persona que se ríe y llego a la conclusión que es porque he hecho algo ridículo.
  2. Abstracción selectiva. Valorar una experiencia en función de un detalle concreto e ignorando otros elementos relevantes. Por ejemplo, un día un amigo o amiga se enfada con nosotros y le damos más importancia que todo lo que ha hecho y nos ha demostrado en otras ocasiones.
  3. Generalización excesiva. Elaborar una regla a partir de hechos aislados. Ejemplo, suspendo un examen y pienso que fracasaré en todos los demás.
  4. Magnificación y minimización. Consiste en exagerar nuestros errores o de los demás y minimizar o infravalorar nuestras cualidades más notables.
  5. Personalización. Otorgarnos indebidamente la responsabilidad de un hecho externo a nosotros.
  6. Pensamiento absolutista y dicotómico. El todo o nada. O estás conmigo o en mi contra. O los resultados son perfectos o son un absoluto desastre.

Otros autores han aumentado el repertorio de distorsiones cognitivas detectadas en distintos estados emocionales alterados.

¿Cuál es el trabajo del psicólogo a este nivel?

En primer lugar identificar estas alteraciones en el flujo del pensamiento del paciente. Es decir, centrarnos en el significado de su discurso y no tanto en el significante. Tratamos de descodificar el mensaje del paciente para que se haga consciente de los pensamientos automáticos negativos que le están guiando de forma no consciente.

Estos pensamientos son, como comento en el párrafo anterior, automáticos, es decir, que se ponen en marcha sin percatarnos y nublan nuestra percepción de la realidad causando tristeza, ira, estrés, infravaloración de nuestras capacidades,… y finalmente indefensión, esto es, no soy capaz de gestionar mi vida o no soy capaz de superar este problema.

Es muy importante que el paciente aprenda a ver en qué situaciones, en que horario, con qué personas,… se activan estas distorsiones, para, poco a poco, hacerlas conscientes, rebatirlas, reformularlas e incorporar los pensamientos reformulados a un nuevo esquema mental, que durante todo este trabajo se va construyendo.

Como podeis observar es un trabajo arduo, pero muy gratificante y del que se sale fortalecido si aunamos interés, perseverancia, trabajo y un poco de paciencia.