Algo muy frecuente, que nos ocurre todos los días y en actividades muy diversas, es no ser conscientes de lo que hacemos por ir en modo “piloto automático”. Un ejemplo muy gráfico es la sensación de conducir durante kilómetros sin percatarnos de por dónde hemos pasado, hasta que una señal de tráfico, un perro que atraviesa la calzada,… nos devuelve a ese estado de conciencia previo.

¿Cómo funciona este piloto automático?

Cuando realizamos una tarea novedosa, nuestro cerebro pone en marcha las funciones ejecutivas, situadas en el lóbulo frontal, para realizarla con toda la precisión posible. Esta tarea repetida en varias ocasiones se automatiza, para no consumir recursos mentales (nuestro cerebro funciona por economía). Esto, en principio, es una enorme ventaja, puesto que nos permite, por ejemplo, conducir, pensar en nuestras tareas y escuchar música al mismo tiempo.

¿Cuál es el inconveniente de este mecanismo?

Pues que con el paso de los años, otorgamos más parte de nuestro tiempo a este “piloto automático”, impidiendo así, ser plenamente conscientes de las actividades que realizamos a lo largo del día. Por ejemplo, desayuno pensando en el trabajo que voy a realizar por la mañana, cuando estoy trabajando me acuerdo de la compra para mediodía,… y este proceso se convierte en un hábito que lleva asociados pensamientos y emociones, que se arraigan en nuestro ser, es decir, se graban en nuestra memoria contextual.

Este proceso también explica, por qué a partir de una determinada edad, el tiempo parece que pasa muy deprisa y es normal que así sea, ya que pasamos demasiado tiempo en manos de nuestro “piloto automático”, por lo que la mayoría de experiencias diferenciadoras que pueden aparecer a lo largo del día, nos las “saltamos”; entonces, como resultado, un lunes es igual que un martes, que un miércoles …

¿Cómo podemos corregir esto?

Principalmente, regresando a lo básico, a centrarnos en una tarea cada vez. Esto que parece relativamente sencillo, no lo es en absoluto. Debemos reaprender a concentrarnos, a centrar nuestra atención en aquello que estamos haciendo.  Para ello se hace necesario aprender a calmar nuestra mente y redirigir y mantener nuestro foco atencional.

Sólo así podremos vivir de una forma más consciente, diferenciando cada día del anterior, observando qué hábitos, personas o cosas me hacen sentir triste, enfadado,… o por el contrario feliz y tranquilo.

En el taller de “Técnicas de Relajación y Mindfulness” es uno de los objetivos prioritarios, por lo que, os invito a experimentarlo y mejorar, así, vuestra calidad de vida. Os recuerdo que el plazo de inscripción para esta II edición está cerrado pero en septiembre volvemos con la III edición.

Os invito a experimentarlo…

Me gustaría comentar, antes de finalizar, que reaprender a concentrarnos y a ser conscientes de lo que hacemos es una tarea la cual exige dedicar tiempo y tener paciencia con nosotros mismos ya que al principio suele resultar desalentador observar cómo nuestra mente se dispersa con mucha facilidad. Para que experimentéis lo que os digo os propongo una prueba aparentemente sencilla… tumbaos en una habitación lo más silenciosa posible, cerrad los ojos e id centrando vuestra atención en los movimientos del abdomen al respirar (el abdomen sube al inspirar y baja al espirar), sólo en ese proceso fisiológico, durante ocho minutos (para ello podéis poner una cuentra atrás en el móvil con esa duración). Observaréis como transcurridos dos o, tal vez, tres minutos, vuestra mente comenzará, insconscientemente, a dispersarse, a pensar, a preocuparse, … una vez esto pase, intentamos, sin forzar, volver a concentrarnos en el movimiento abdominal.

Para comenzar la práctica sería recomendable hacerlo una vez al día durante cinco días a la semana (al levantarse preferiblemente).

Con esto conseguiréis observar y mejorar vuestra capacidad de concentración, así como haceros conscientes de  vuestras preocupaciones, vuestros miedos,… Evidentemente, esto es sólo una pequeña parte, una introducción al trabajo que se desempeña en el taller, pero sí es una muestra de lo complejo que es reeducar nuestra mente. Sólo necesitamos dedicarle tiempo, tener paciencia y un poco de trabajo diario.

Animaos y probad. Podéis comentarme el resultado por correo: consulta@perezabelenda.org